29 de junio de 2013

La condición humana, de André Malraux

 André Malraux encarnó ese ideal renacentista de vida que solo, a lo largo de la historia, se ha concedido a unos pocos: el de hombre de acción y de letras. Presente en los escenarios bélicos de Asia y Europa –incluida nuestra guerra civil- en la época de enorme efervescencia que fue la primera mitad del siglo XX, en esta novela nos sitúa en el Sanghai de 1927 con el fin de hacernos presenciar un episodio del levantamiento comunista contra el poder vigente en la China de entonces.

El peso de la acción lo asumen los comunistas disidentes de Rusia y, por tanto, opuestos a las órdenes del Kuomintang. Esa fragmentación de la izquierda recuerda la que se produjo en nuestra guerra civil. Los mandos rebeldes presentan una ideología pura, no contaminada por intereses espurios ni sometida a las órdenes de Rusia. Luchan por un mundo más justo, por devolver la dignidad al débil, por obtener para todos unas condiciones de vida que excluyan la miseria. Una idealización algo maniquea que, sin embargo, se percibe como realista gracias a la habilidad del autor para eliminar el efecto moraleja aportándole un aspecto verosímil. A sus órdenes encontramos a una multitud desesperada que se lanza a la lucha sin nada que perder pues ni la vida vale gran cosa en  condiciones como las que se describen.

Es patente la violencia con que el gobierno militar reprime la rebelión, también el miedo, presente en cada gesto, que no representa obstáculo para que cada uno lleve a cabo sus propósitos. Por encima de todo, observamos, un escalofriante heroísmo, indispensable en situaciones como las que se describen.

Construida en forma de cuadros independientes encabezados por fechas y horas, narrada con concisión, Malraux crea una panorámica que enfoca personas, paisaje -incluso el urbano, bélico o doméstico-, meteorología, acciones y diálogos. La impresión es cinematográfica, aunque enriquecida por reflexiones sentimentales e ideológicas que, junto a los diálogos, dotan de sentido al conjunto. Las descripciones son de un impresionante realismo, esos paisajes desolados, grises, saturados de miseria y destrucción.
El sabio manejo de las situaciones dramáticas provoca la empatía del lector. En el clima de lucha que tan admirablemente retrata, destacan un puñado de personajes fervorosos, ya sea en la defensa de los ideales, la salvaguarda de intereses empresariales o la consolidación de la autoridad política. Como Ferral, opuesto a los ideales del grueso de personajes pero también en primera línea del relato, con sus propios problemas sentimentales y empresariales, o el ruso Katow, bajo cuyas órdenes se produce la contienda y que protagoniza uno de los momentos más dramáticamente altruistas, o los héroes indiscutibles Kyo y Chen. El padre de aquel, Girsors, lo percibe así: “Bajo sus palabras, se deslizaba una contracorriente confusa y oculta de figuras: Chen y el crimen; Clappique y su locura; Katow y la revolución; May y el amor; él mismo y el opio... Sólo Kyo, para él, se resistía a aquellos dominios.Finalmente, a su vida desengañada y a la adicción al opio se añade la muerte del hijo y eso acaba de derrumbarle. No le quedan fuerzas ni para trasladarse a Moscú y asumir el futuro dispuesto para él por May, la viuda. La última conversación de ambos tiene lugar en territorio japonés, -lejanos ya los hechos que se narran, en la que se repasa la situación desapasionadamente y se nos permite atisbar al actual desencanto de ambos que, no obstante, constituye un alivio-, y configura el epílogo perfecto.

La novela supone una honda reflexión sobre el destino del hombre, el sentido de la vida, los sueños, el amor, el despotismo y la lucha de clases, la insurrección o el sentido político de la violencia. Todo ello inserto en el relato o extraído de la mente de los personajes en una excelente aplicación de la omnisciencia narrativa.
Fue publicada en 1933 obteniendo el prestigioso premio Goncourt. La primera edición española se realizó en Argentina en 1936 y la traducción corrió a cargo de César A. Comet. He ojeado ediciones diferentes pero todas mantienen aquella versión, y no entiendo por qué. A mí me ha parecido sencillamente nefasta.

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